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Ministerio de Ciencia e Innovación

Buscador · Informe de cuentos · «Un abad como hubo muchos, y un cocinero como no hay ninguno »

Título: «Un abad como hubo muchos, y un cocinero como no hay ninguno»
Variantes del título:
Autor: Godoy Alcántara, José - (Godoy Alcantara, Jose)
Revistas: Semanario Pintoresco Español, -, 30 (29 de julio de 1849), pp. 236-238.
Volúmenes:
Variantes:
Resumen: El orondo abad de la abadía de San Salvador de los Montes (Castilla) vive entregado a una «vida sibarítica» hasta que recibe la visita del rey. Desde ese día, el comportamiento del abad cambia ostensiblemente: solo dice extravagancias, vive en soledad y ha perdido el apetito. El cocinero consigue que le revele su problema. El rey, explica el abad, le conminó a resolver en un plazo de tres meses tres acertijos so pena de morir ejecutado: el primero, cuánto vale el rey sentado en su trono y rodeado de sus riquezas; el segundo, cuánto tardaría el monarca en dar la vuelta al mundo cabalgando; y el tercero consiste en adivinar sus pensamientos que, por añadidura, tendrán que ser una equivocación. El cocinero promete ayudar al abad y únicamente le pide prestadas sus hopalandas y su báculo. Cuando, poco después, expira el plazo, le anuncian al rey la llegada del abad, que aparece oculto bajo una holgada túnica y responde uno a uno los acertijos: valora al rey en veintinueve dineros porque el Redentor lo fue en treinta; le aconseja que cabalgue sobre el sol y así dará la vuelta al mundo en veinticuatro horas; por último, le dice que en ese momento está pensando que habla con el abad y se equivoca, pues en realidad está ante su cocinero. Aunque el rey, asombrado por su perspicacia, le ofrece dirigir la abadía de San Salvador, el cocinero le pide que deje las cosas como están. A partir de entonces hasta su muerte, causada por una fulminante apoplejía, el abad convierte a su excelente cocinero, que le sigue guisando toda suerte de manjares, en su leal asesor.

Temas, motivos y tipos: Tres enigmas o acertijos. Plazo. Criado listo.
Aspectos formales: El narrador es omnisciente y relata, como queda consignado en «Observaciones», una conseja de origen incierto divulgada por toda Europa. Solo hay una digresión, al inicio del cuento, en la que da fe de sus infructuosos intentos de fechar el suceso. A diferencia de la brevísima «patraña» de Juan de Timoneda en la que se inspira, el cuento del Semanario Pintoresco Español aparece anclado en un espacio concreto (una abadía castellana), el plazo que da el rey al abad es más amplio (de un mes se pasa a tres) y los personajes gozan de un mayor desarrollo, especialmente el del abad.

Sección:
Observaciones: Es un cuento folclórico que desarrolla el tipo 922. Lleva dos notas al pie. La primera explica que el texto es una conseja que cuenta con múltiples versiones en Europa, sin que se haya averiguado cuál es su origen. La versión española la insertó Juan de Timoneda en El Patrañuelo, que Godoy Alcántara fecha en 1576 y no en 1567; aunque no lo indica, se trata de la patraña catorcena. El autor considera esta versión «fría y descolorida», cosa que atribuye al posible temor de Timoneda a la Inquisición. La segunda de las notas es menos relevante, pues en ella se limita a explicar qué es un «padre reliquiero».

Clasificación genérica: Folclórico.

Rebeca Martín

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